¿Te has preguntado alguna vez cuánta inteligencia tienes? ¿Si eres realmente inteligente?
La mayoría de las personas nos hacemos esa pregunta en alguna ocasión, pues suponemos que la inteligencia es uno de los ingredientes básicos del éxito vital que podamos llegar a tener.
Es decir, presuponemos que, si somos inteligentes, entonces nos irá mejor en la vida.
Pero, bueno, también pensamos que no debemos pasarnos de inteligentes, sino nos volveremos unos bichos raros introvertidos y asociales llenos de frustraciones, tristeza y soledad.
Bien. Vamos a empezar por lo básico.
¿Qué es la inteligencia?
Todos tenemos cerca casos de personas que siempre hemos considerado inteligentes aunque nunca han tenido grandes logros vitales (relaciones, salud, finanzas…).
¿Qué es entonces la inteligencia que se nos vuelve tan difícil de generalizar?
Si me voy a lo que pone Internet como definición de inteligencia puedo ver, igual que tú, que es “una capacidad mental muy general que implica habilidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia”.
Una de las conclusiones de esta definición es que, una persona inteligente, es capaz de utilizar su MENTE para comprender su entorno, entender el significado de lo que está ocurriendo y saber qué hacer.
Fíjate en que no digo aquí que ser inteligente es haber superado de forma exitosa un test de inteligencia, que también es otra forma de verlo. Nos iríamos en ese caso al campo de la Psicometría para la medición de ciertas aptitudes cognitivas y su posterior comparación con el resto de personas de ese grupo de edad.
Bueno, siguiendo el hilo de la primera definición de inteligencia que te he contado, como capacidad de darse cuenta de dónde está, qué pasa y actuar en consideración.
Con esa definición, ¿crees que es posible que alguien esté frustrado y triste y además sea inteligente?
Seguro que has oído hablar en alguna ocasión del concepto de Inteligencia Emocional que popularizó Daniel Goleman a finales de los 90. Si no conoces sus libros, te invito a leerlos, pues realmente están muy bien y unen rigurosidad con lectura sencilla.
La tesis que se plantea es que no sólo basta con una gran inteligencia cognitiva (mental) para entender el entorno, saber qué está ocurriendo y actuar en consecuencia; sino que es necesario tener también una gran inteligencia emocional para ello.
¿Qué es tener inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se refiere al conocimiento y control de las emociones propias y los demás, por dar una explicación rápida. Según Goleman, es la “capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones”.
Como ves, es un punto de vista totalmente diferente al anterior, pues en lugar de poner el foco en la MENTE y en el entendimiento de conceptos y pensamientos; la inteligencia emocional habla de emociones, tanto de las propias como las de los demás.
Mi tía es la persona más amorosa que conozco. Ella está siempre pendiente de ayudar a los demás. Casi podría decirte que ella no tiene en cuenta a quién, de tan grande que es su vocación de ayuda a los demás. Sin embargo, se tiene muy descuidada a sí misma y no conoce en profundidad sus propias emociones, que la desbordan en muchísimos casos y la llenan de ansiedad.
¿Tiene mi tía una gran inteligencia emocional? Yo diría, con todo la que la quiero, que no. Ella tiene una gran cantidad de emociones y es capaz de ver las emociones en los demás, pero no de gestionarlas adecuadamente.
¿Conoces a alguien con una gran inteligencia emocional? Tengo la suerte de llevar 20 años viviendo con la persona que mayor inteligencia emocional tiene: mi esposo. Él conoce perfectamente cuáles son sus sentimientos y cuáles son los de los demás. Además, sabe gestionar ambos, manteniendo unas sanas relaciones con las personas que tiene alrededor. Ello le hace inmune a frustraciones y tristezas. Yo le digo que es “intocable”, pues su estabilidad emocional es como una roca a donde todos los demás acudimos.
Ahora ya tenemos dos puntos de vista de lo que es la inteligencia. ¿Se puede tener de ambas?
¿Puede una persona ser capaz poner su MENTE y sus EMOCIONES a su servicio para entender el entorno, saber qué está ocurriendo y encontrar soluciones?
Sí, totalmente.
Ahora te hago la siguiente pregunta. ¿Es eso suficiente para ser una persona con buenas relaciones, salud, éxito financiero y en cualquier otro campo que se le proponga?
NO.
¿Por qué?
Porque, sin acción, no hay resultados.
Se necesita tener algo más. Algo que, además, suele ser muy infravalorado por las personas cognitivamente inteligentes.
Se necesita pasión. Se necesita perseverancia. Se necesita GRIT.
¿Qué es el GRIT?
Angela Duckworth, en 2016, escribió el libro “Grit, el poder de la pasión y la perseverancia”, que te animo a que leas sí o sí. También puedes ver en Youtube su charla TED sobre ese tema.
En este texto se plantea el grit como el principal constructo psicológico relacionado con el éxito. Se trata de la combinación de pasión (buscar una meta y hacerlo con interés y de forma consistente) y de perseverancia (como la orientación a superar obstáculos, trabajar duro y terminar lo que se empieza).
¿Verdad que siempre pensamos que las personas inteligentes debían hacer las cosas sin esfuerzo o si no es que no lo eran tanto?
¿Verdad que oímos mil veces el “no tiene talento, pero se esfuerza muchísimo”?
O el “no es inteligente, pero le pone muchas ganas”.
Sin embargo, aquí tenemos la tercera pieza del puzzle que nos faltaba: la relación entre la inteligencia (cualquiera de ellas) y el talento. Es el grit.
Una persona que sólo tiene inteligencia cognitiva (MENTE) es capaz de entender el mundo desde un punto de vista analítico, pero puede que se le escapen muchos matices realmente importantes y sea incapaz de conseguir sus metas porque necesitará a otras personas y no sea capaz de entablar relaciones positivas.
Aunque sí es verdad que esa persona pueda llegar a la conclusión de que necesita mejorar su relación con los demás y, por tanto, empiece a desarrollar su inteligencia emocional.
Una persona con una gran inteligencia emocional puede que se conozca a sí misma y a los demás, lo que será un gran avance para conseguir lo que necesita, pero puede que no sea capaz de realizar las acciones necesarias durante el tiempo necesario para poder alcanzar los logros que desea (sea cuales sean).
Por tanto, como puedes ver, el ser inteligente cognitivo o emocional de forma aislada, no parece muy útil por sí mismo, salvo si te lleva a ser consciente de que te falta el otro tipo de inteligencia y que empieces a desarrollarla.
Para desarrollarte y superar tus limitaciones, necesitarás grit. Esa combinación de inteligencia cognitiva, emocional, pasión y perseverancia serán los que realmente te hagan llegar a otro nivel superior para que puedas alcanzar el nivel de bienestar físico y mental que desees.
Tu talento sale a la luz cuando desarrollas esas tres áreas: mente, emoción y grit. Esa es la verdadera relación entre inteligencia y talento.
Entonces, ¿Qué puedes hacer para desarrollarlos?
Es más sencillo de lo que crees.
Lo primero: querer. Abrir tu mente y eliminar creencias limitantes.
Voy a ponerte un listado de creencias limitantes que suelen llegar a nuestra mente en cuanto hablamos de talento. Seguro que muchas te suenan.
- El talento nace, no se hace. (te invito a conocer los estudios del psicólogo sueco Ericsson sobre “práctica deliberada”. Se ha llegado a demostrar que, con el entrenamiento adecuado, todas las personas podríamos tener oído absoluto igual que Mozart)
- No todo el mundo es inteligente. (podríamos decir que no todo el mundo es inteligente de la misma forma, más bien).
- Las personas muy inteligentes son desgraciadas porque se aíslan. (es verdad que ocurre en personas con muy baja inteligencia emocional, independientemente de su inteligencia cognitiva).
- Ya soy mayor para desarrollar mi inteligencia. (el cerebro tiene plasticidad a todas las edades, es tu decisión si la aprovechas o no).
- Lo importante es pagar la hipoteca a fin de mes, no la pasión. (habitualmente es más sencillo ser más eficiente y productivo en áreas que te apasionan).
Podríamos pasarnos un buen rato hablando de este tema: creencias limitantes y cómo condicionan cómo vemos el mundo y hasta a dónde somos capaces de llegar.Ahora vamos a seguir con lo que tú puedes hacer para desarrollar tu talento.
Lo segundo que tienes que hacer es identificar qué es lo que te gusta, se te da bien y, además, es útil para los demás.
Vuelvo a hablar de mi esposo. Se le dan muy bien muchas cosas, pero es especialmente bueno bajando escaleras muy rápido. Baja escaleras en el metro a velocidad supersónica, pareciendo que tiene esquís en los pies. Sin embargo, no es nada útil para los demás, pues no me ayuda nada a mí a bajar tan rápido como él, por ejemplo.
Una vez que te crees que puedes desarrollar tu talento en algo que te gusta, se te da bien y es útil para los demás, te invito a que sigas profundizando en esas creencias para eliminar las que tienes ahora y que te limitan.
Te propongo un ejercicio muy sencillo. Busca 5 minutos al día, justo al levantarte o antes de dormirte, para buscar información sobre ese tema que te gusta. Busca fotografías o personas de interés. Vamos, dedica 5 minutos al día a pensar en ello de forma consciente y lleno de ganas. Ya verás cómo muy pronto esos 5 minutos se convierten en uno de tus ratitos favoritos del día.
Por María Gutiérrez, CEO de Hiwook